domingo, 27 de enero de 2008

El silencio y el frio de las noches bogotanas traen consigo cierta sensacion que te hace pensar que el calor es mejor que el frio. te hace sentir que bajo las cobijas, dentro de ese hornito pequeño, estaras a salvo, de ese viento helado que penetra por los poros, de tu piel, y suavemente, sutilmente, pero a la vez despiadamente llega hasta tu huesos, hasta tus venas, se mete en tu sangre, y llega hasta tu corazon. y te lo enfria tambien. en la costa el asunto es diferente. en diciembre y enero los vientos alicios refrescan el alma y los dias y las noches, hacen que las palmeras bailen y que silvidos se escuchen a la distancia. sin embargo en verano el calor enerva la sangre, el sudor provoca pasiones. se entibian las cosas. en fin. aqui es lo contrario. las manos se entumecen y los pies no pueden permanecer mojados por mucho. el cuello y la garganta son zonas debiles, al ser objeto de aquellas corrientes que recorren el mundo y al subir a esta altura se enfrian y te enferman al chocar con tu desnudo cuello. las cobijas calientan los cuerpos, nosotros mismos, cobijamos nuestra alma, asi sean 0 o 100 grados afuera. el mundo esta cambiando alrededor de nosotros, por quienes lo observaban como nosotros cuando eran jovenes. que vamos a hacer al respecto. como vamos a cambiar esto. la lluvia es el diluyente universal. hay quienes no le temen, quienes no se derriten. hay quienes saben q al dia siguiente la nube oscura se ira y el mono de nuevo saldra, acompañado prontamente de su hermana luna. asi como la noche, llega el dia. habra una noche que no vera su dia. pero por ahora esa noche no sera.

1 comentario:

Javier Pimentel dijo...

Pilas con "silvidos".
Es Silbidos.

Bienvenido a esta peligrosa y agridulce adicción compadre.